miércoles, 22 de junio de 2011

Capítulo 358. "#cartowembley día 3: Duranggedon"



Sonando: WE ARE THE CHAMPIONS (Queen)


En el año 1978 se estrenó "Superman", que resultó ser un peliculón, poco después hicieron "Superman II" que fue un peliculón aun mayor. Un par de años después un guionista escribiria "Superman III", el productor vió que el guión era una mierda y pensó "meteremos a Richard Pryor y el engendro funcionará".
Algo así me pasa con la tercera parte de #cartowembley, la primera fue buena, la segunda espectacular, pero el guión de la tercera es una puta mierda, por suerte tengo el teléfono de Richard Pryor..., lo llamo, no lo coge..., está muerto... . Pues nada, nos apañaremos como podamos, a ver como funciona el artefacto... ¡acción!.

Ocho de la mañana, resaca, dolor de cabeza, cansancio, malestar general... ¡no tenía nada de eso!, me desperté en mi suite "Private" fresco cual rosa silvestre y con ganas de zampar algo. Esta vez no tuve que aguantar a ninguna camarera borde como en mi anterior estancia londinense, basicamente porque el desayuno estaba en la habitación. Una jarra que se enchufaba y calentaba el agua, leche, cereales y Nescafé. Me gustó especialmente lo del Nescafé, ya que al estar en Inglaterra iba a tener que tomar un café de mierda por lo menos seria un café de mierda a mi gusto. Antes de desayunar me metí en el baño a ducharme, no fuera que se diera el caso de que todos los clientes que tenian acceso a los baños compartidos se pusieran de acuerdo y tuviera que hacer cola..., no fue así, de hecho me duché con la calma y cuando salí no había ni un alma (acabo de hacer una rima que ni Nacho Cano). El desayuno consistió en un café con leché y cereales (¿a que nadie se lo esperaba?).

Acabé de desayunar y bajé en busca de mis compañeros que ya estaban casi preparados. Teníamos que darnos prisa, había que llegar al Eurotunel con tiempo si no queriamos quedar atrapados en las islas británicas. Salimos y, una vez más, tuvimos que esperar a Oriol ante la desesperación de Lorena. Volvia a tocarme conducir, y viviria la experiencia de conducir por Inglaterra. He de decir que no provoqué ninguna catastrofe destacable, vamos sólo los accidentes normales que provoco diariamente en Barcelona. No me costó demasiado adaptarme, sólo había que hacer lo mismo que el resto de coches por ciudad, por autopista era todavia más sencillo, sólo tenias que imaginarte que ibas por la Ronda de Dalt de Barcelona donde hace tiempo que se abolieron las leyes para adelantar e ir por el carril que quisieras y adelantar por donde te saliera de los cojones. Lo único que si que puteaba bastante eran los radares, del orden de 2 o 3 cada 100 metros, vamos que si llega a conducir uno de las JNC se hubiera podido pagar el deficit griego con sus multas (toma doble apunte de actualidad).

Esta vez decidimos descansar un poco de la música y conectamos el ipod de Oriol donde tenia grabado el prepartido, partido y postpartido (aunque no en ese orden) de Rac1. Aquí es donde de verdad nos dimos cuenta de lo infundado que había sido nuestro sufrimiento del día anterior..., ¡el Manchester no existió!.

Gracias a mi estilo de conducción agresivo y varonil (me llaman el Steve McQueen de Santako) llegamos sobrados de tiempo al Eurotunel, tanto que nos dieron plaza para el tren que salia antes que el nuestro. Cambiamos las pocas libras que nos quedaban a Euros y nos pusimos a la cola. No resistimos la tentación de empezar a liarla y tal como paramos empezó a sonar el himno del Barça a toda pastilla para desesperación de una familia de guiris rancios que teniamos al lado que nos abroncaban y pedian que bajáramos el volumen. Aquí si que vimos más barcelonistas y rapidamente se formó una pequeña tertulia siempre con "El cant del Barça" y el "We are the champions" de fondo, hubo un momento que paramos la música, pero en cuanto los guiris rancios bajaron las ventanillas la volvimos a poner a todo volumen (y claro, las ventanillas volvieron a subir).

Si a la ida el tren iba con puntualidad británica, a la vuelta iba con puntualidad española, vamos que al final casi casi acabamos saliendo a la misma hora que teniamos previsto inicialmente. Durante el viaje en tren nada destacable, aparte de la expulsión de fluidos a dispersión de algunos de los participantes en el viaje... . A destacar que esta vez los aduaneros sudaron bastante de nuestra cara, vamos que para entrar a United Kingdom sufrimiento y para salir casi nos echan a patadas (seguramente lo mereciamos).

Miquel se puso al volante y empezamos a tirar millas por carreteras francesas. Llegaba la hora de comer y buscábamos un sitio de precio bajo y calidad alta, ¡y lo encontramos!, un sitio de precio alto y calidad baja... . Allí un doble alemán de Alfonskunk nos felicitó por la Champions..., ¡haciendo amigos!. Después de comer continuamos avanzando por Francia, cruzamos Paris por un sitio diferente a la ida y pillamos un atasco ("atasque" lo llaman allí), ¡gracias google maps!.

Me tocó ponerme de nuevo al volante. En todas las gasolineras donde parábamos nos abordaba la típica limpiadora de parabrisas rumana que empezaba a limpiar sin pedir permiso mientras nosotros le deciamos que no desde dentro del coche con grandes gritos y aspavientos..., cuando el cristal se aclaraba veiamos que la limpiadora rumana era siempre Lorena, eso si, ella nos pedia el euro igual. En una de esas paradas es donde descubrimos el "Duranggedon" o campeonato de matar bichos. El "Duranmovil" había dejado de ser blanco (¡¡¡¡nooooooo!!!!), por lo menos no blanco del todo, ya que toda la parte delantera era completamente negra. Como pudo Lorena fue retirando los cadáveres de toda clase de animalejos, mientras Oriol desaparecia en una arboleda, según él para fumar, aunque curiosamente había por allí junto a la carretera una "femme de la vie". El coche volvia a ser razonablemente blanco, no se podría decir lo mismo del siguiente coche que intentara lavar el cristal, ya que el agua que habíamos dejado era una especie de masa negruzca. Miquel cogió el coche y también intentó el "Duranggedon", he de reconocer que dejó la parte delantera del coche bastante negra también, aunque no tanto como yo... .

El cielo empezaba a oscurecer y el cansancio hacía mella..., en un momento de hastío, Lorena dijo una de las frases de la jornada cuando se giró y le preguntó a Oriol: "Uri, se que no vas a llevar, pero ¿tienes un lápiz de cacao?"..., esta simple frase provocó que los miembros del #cartowembley empezaran a preguntar a Oriol cosas del tipo "Uri, se que no vas a llevar, pero ¿no tendrás por ahí un unicornio?" o "Uri, se que no vas a llevar, pero ¿no tendrás por ahí el Santo Grial?".

A eso de la 1 de la madrugada, llegamos a la frontera (y la sobrepasamos, claro), el objetivo era cenar algo en "La Jonquera". Aparcamos y entramos en el recinto, que parecía completamente vacio. Llegamos a la zona del autoservicio donde no había nadie, de la nada salió una camarera simpatiquísima (oh si cuanto), que nos dijo que unos manguarrianes de un autocar anterior habian arrasado con los bocatas y que tendriamos que esperar un rato largo porque no tenian pan. Ante esta perspectiva mis compañeros decidieron salir, yo me pedi un café con leche, eso si, le pedí a la señora que me lo pudiera caliente caliente como si lo hubieran preparado en las mismísimas entrañas del infierno... ¿ o no lo pedí así ?..., no se, el caso es que cuando me lo acabé mi lengua había perdido toda la sensibilidad. Cuando salí encontré al grupo por los pasillos, no es que estuvieran paseando, es que aquello era una especie de laberinto del Minotauro (el Minotauro podía ser perfectamente la camarera) donde se podía entrar pero jamás salir.

Con mucha paciencia encontramos la salida y Lorena activo el plan B para la cena consistente en unos siempre socorridos sandwidches de longaniza. Puso unas servilletas sobre el capó del coche, las rebanadas de pan bimbo, esparció un poco de aceite por todo el coche (un poco cayó sobre el pan) y colocó la fantástica longaniza del mercadona. Lorena, Miquel y Oriol comieron los sandwidches, yo, preferí comerme unos cuantos insectos que, con el capó caliente y el chorro de aceite habian quedado fritos al punto.

La última etapa del viaje la haría yo al volante, le pedí a Oriol que activara su maravillosa aplicación de radar para el movil y empecé a pisarle, a los 10 minutos la bateria de Oriol murió y tuve que volver a ser respetuoso con los límites, sólo me animaba a pisarle un poco cuando se producia el conocido "efecto liebre", o sea que te pase un coche a toda velocidad y seguirle a la misma velocidad y si ves que le tiran un flash frenas.

Cuando estábamos llegando empezó el debate de donde íbamos a dormir. Como Lorena tenia que trabajar al día siguiente nos imploró que no nos desviáramos y fueramos todos a dormir a Siberia-Cervelló. Cuando entramos en el termino municipal se volvió a activar el "Duranggedon". Alguien, y no voy a dar nombres, siguiendo fielmente las directivas del partido, ordenó que me saltará todos los semáforos y me llevara por delante todo lo que se interpusiera en mi camino, yo no lo hice, respeté los semáforos (risas) y no pasé de 50 (risas histéricas). Exhaustos, somnolientos y profundamente satisfechos nos fuimos a dormir. Al día siguiente algunos madrugarian para trabajar y otros para coger el #cartosantako.

Fundido a negro, "The End", música, créditos, agradecimientos y letrero de "See you in #wagenaufmunchen".

Puro_Trap. No te rias que es Pryor.

domingo, 12 de junio de 2011

Capítulo 357. "#cartowembley día 2: Trafalgar Square, es Canaletes"

Sonando: LONDON'S BURNING (The Clash)


Al que madruga dios "l'apoya", con esta premisa nos levantábamos el sábado los dos tenores Josep Carreras y Luciano Pavarotti (Placido Domingo mañana) dispuestos a devorar kilómetros... y unos cruasanes, pero antes había que ducharse y, hablando de Pavarotti, ¿os imaginais al tenor italiano metiéndose en una cabina telefónica?, así nos sentimos nosotros cuando nos metimos en el baño, y no precisamente porque cantáramos en la ducha (cosa que la distinguida clientela del hotel hubiera agradecido mucho). Decir que el baño era estrecho seria lanzarle un piropo, vamos que cuando fui a entrar tuve que pedirle a una cucaracha que saliera (en un perfecto francés, eso si) porque no cabiamos los dos. Para rematar la cortina de ducha no se corria, una pena, ya que, dado el tamaño del cuchitril, no me hubiera hecho falta salir de la ducha para afeitarme. Para más inri, la cortina tenia una tendencía preocupante a pegarse a ti, y claro, con ese amplio espacio tampoco la podías esquivar, vamos que tuve que salir del baño (y casi de la habitación) para despegarme la cortina... y también para echarme el desodorante ya que dentro no tenia espacio suficiente para levantar los brazos.
Todos bien aseados y limpitos nos metimos en el Duranmovil, volvia a estar al volante, arrancamos dirección Paris mientras desayunábamos cruasanes en el mismo coche (¡al final no sobraron!). El Duranmovil no tardó mucho en penetrar las defensas parisinas, nuestro gps, decidió meternos por dentro de Paris cosa que, lejos de preocuparnos, nos alegró sobremanera. Por el interior de Paris nos topamos con varios carteles que nos indicaban la dirección a San Denis (lugar donde está el estadio en el que el Barça ganó su segunda Champions), Miquel se apresuró a decir que aquello era una señal..., le di la razón, un cartel es una señal de toda la vida. Una curiosidad de Paris es que fue el lugar de Francia en el que la gasolina estaba más barata de largo (quien lo diría, ¿no?). Lorena intentó emular a Carlos Turmo haciendo un chiste sobre McDonalds en Inglaterra, pero su "mcpollo en Londres es un McChicken" queda muy lejos del ya mítico "¿como se dice Happy Meal en inglés?..., Happy One Thousand!". Cuando saliamos de Paris ocurrió un misterioso suceso en el coche por el cual el gps empezó a tener eco y cada una de sus instrucciones se repetía desde la parte trasera del coche.
Ya llegando a Calais, paramos en una gasolinera a repostar con una ventolera considerable. Aquí fue donde empezamos a sentirnos como ninjas, la primera azaña la protagonicé yo, si el señor Miyagi cazaba moscas con palillos yo decidí emularle y cuando una abeja monstruosa que no hubiera cabido en el lavabo del hotel de Orleans (cosa que tampoco tiene mucho merito) intentó entrar en el coche yo la atrapé subiendo la ventanilla. Nos encontramos con un camionero español que debía aburrirse y tenía ganas de hablar, era un tipo muy informado, tan informado que no tenia ni puta idea de que el Barça jugaba una final de la Champions en Londres ese mismo día. Miquel se pusó al volante y nos dirigimos hacía la aduana donde, por cierto, no había ni un solo coche español, a ver si los mal informados ibamos a ser nosotros y realmente no había ninguna final en Londres... .
Pasamos la aduana francesa sin problemas, llegamos a la inglesa que estaba unos 20 metros más alante, donde la señora nos pregunta amablemente donde vamos (igual las camisetas del barça que todos llevábamos no era una pista suficiente). Lorena tomó la palabra y le explicó donde íbamos, por qué ibamos, de donde veniamos, nuestras edades, profesiones, talla de zapatos, aficiones, traumas infantiles y creo que recitó la lista de los reyes godos por si acaso. La mujer, a punto del suicidio, nos pide los pasaportes o dni, los repasa uno por uno y, aquí llega el segundo momento "feel like a ninja", se para con el dni de Miquel y le dice, "este documento está caducado". Bien, en ese momento Miquel se postulaba como protagonista de "La Terminal 2", atrapado entre la aduana inglesa y francesa y viviendo de lo que le dan los que por allí pasan, sólo Miquel claro, porque nosotros ibamos a Londres si o si. Lorena intentó que aceptaran el carnet de conducir, pero no, la señora hizo una llamada, según Lorena para que nos autorizaran a pasar (yo creo que en realidad estaba pidiendo una pizza). Finalmente la señora decide que nos deja pasar con la advertencia de que la próxima vez que lo intenté acabará siendo comida para los peces cual Bin Laden..., y así es como Miquel entró en Inglaterra ilegalmente.
Aparcamos en el parking del Eurotunel y, cuando todavia no habíamos acabado de bajar del coche, vino un señor con la cartera en la mano ofreciéndonos 1500 euros por cada una de nuestras entradas, yo acepté enseguida, lástimosamente mis compañeros me chafaron el negocio diciéndole al señor la verdad, que no teniamos entradas.
Mientras Oriol cambiaba unos doblones a euro, Lorena y yo nos tomamos un extraño brebaje que en Inglaterra llaman "coffe" (no confundir, por favor, con nuestro "café"), que se compone de agua caliente, un extraño colorante marrón y toneladas de azucar para disimular el sabor del colorante. Subimos al coche y lo pusimos a la cola para subir al tren, que iba con puntualidad británica (viva el Capitán Obvio!). Con el coche parado a la espera de embarcar empezamos a liarla un poco y poner el himno del barça a toda leche mientras agitábamos las banderas y cantábamos, de esta manera tan discreta descubrimos otros 2 coches barcelonistas, ¡no estábamos solos!.
Por fin la cola empezó a avanzar, nos metimos en el tren que simplemente era un espacio central para que circularan los coches y dos mini-aceras de 2 palmos a los lados. La velocidad máxima dentro del tren era de 10 por hora (creo que fuera era algo más), como se ocupó de recordarnos Lorena, preocupada por si había radares dentro del tren. Una vez parados, con el motor apagado, el freno de mano puesto y las ventanillas medio bajadas alguién preguntó si se podía bajar uno del coche, respondí "sólo hay una manera de averiguarlo", y me bajé del coche. Efectiamente parece ser que se podia y pronto estábamos todos fuera mirando por la ventanilla esperando a que arrancara y con la secreta esperanza de ver el fondo marino y a Bin laden incrustado contra el cristal cual muñeco en la luna trasera de un coche. Detrás nuestro había un coche con dos señores y una señora que tenian todo el aspecto de estar intentando suicidarse por inhalación de monoxido de carbono.
Pronto sacamos las cervezas y empezó a correr el fuet. Olor a embutido, Raffaela Carrá sonando, 15 horas de viaje..., el Duranmovil se había transformado en un Delorean que me había llevado a 1987 cuando viajaba en autocar de Barcelona a Jaen. El tren arrancó, todo se volvió negro por fuera y notamos un leve dolor de cabeza (que algunos atribuyeron a la presión aunque realmente se debía a estar escuchando Raffaela Carrá). Yo que he bebido cerveza en todas las posiciones y situaciones imaginables, me enorgullecí de beberme una en las profundidades del Atlántico. Cuando estábamos llegando al final Lorena me pidió que calculara el cambio de millas a euros, lo intenté y mi blackberry explotó (por suerte es la blackberry terminator y se recompuso sola).
Cuando llegamos se confirmó que el Duranmovil era un Delorean, habíamos salido a las 12.30 en Francia y viajamos al pasado media hora por lo que salimos a Inglaterra a las 12. Volvimos a arrancar, ya estábamos en tierras británicas y el objetivo era Londres. El viaje transcurrió sin demasiadas novedades, lo único el debate de hacía donde teniamos que ir primero, Lorena insistia en ir a Hyde Park, yo queria ir a la London Tower (me tenia que sacar la espina del anterior viaje) y no veia nada claro que nos diera tiempo a ir a los dos sitios, pero Lorena insistia en que sí y prometió que pasara lo que pasara ella se comprometia a acompañarme a la London Tower. No tardamos demasiado en divisar la ciudad, salimos dirección Illford y nos encontramos un embotellamiento de puta madre en la calle que iba al hotel. Lo superamos y llegamos al garito en cuestión, que estaba en una zona repleta de otros bed and breakfast. En el aparcamiento del hotel no había nadie y el hotel ofrecia todo el aspecto de estar abandonado, nadie respondia al timbre y las ventanas de las habitaciones estaban con las persianas bajadas. Hubo unos instantes de pánico que duraron hasta que Lorena llamó a la señora del hotel que dijo que nos esperaba más tarde y que venia enseguida. Para amenizar la espera, alguno de los miembros del grupo decidió ponerse a regar las plantas. La señora llegó y para seguir con las intrigas (ya sabeis problemas para entrar en el pais, hotel que parece desierto...), nos dice que sólo tiene una reserva de una habitación doble, por suerte íbamos bien documentados y Lorena le mostró la reserva de la otra habitación. La señora (muy amable) nos ofreció la alternativa de una habitación doble y dos individuales (o eso entendí yo), dijo que uno se tenia que ir al piso de arriba y me ofrecí voluntario, luego vimos que lo que nos había ofrecido era una habitación triple y una individual, la mia (forever alone). La señora me acompañó a la habitación, había una puerta con un letrero que decía algo así como que era una salida de incendios, abrió la puerta y entramos en un pequeño recibidor con tres puertas más, dos con número y una tercera con un cartel que ponia, penthouse, no..., ¿playboy?, ¿hustler?, ¿lib?..., ¡ah si!, private, ponia private. La habitación estaba muy bien, era pequeña pero sin llegar a niveles "cuchitrilísticos", lo único un poco malo era que me tocaba baño compartido, igualmente eran tres baños, todos grandes y limpios para cinco habitaciones, en el poco rato que estuvimos en el hotel durante el fin de semana nunca vi uno de ellos ocupado.
Una vez situados, efectuo un reparto rápido de chubasqueros de emergencia (casualmente llevaba cuatro) y partimos dirección Hyde Park. Nada más salir, nuestra experta en Londres fue en la dirección equivocada y estuvo a punto de morir atropellada por un autobus, empezamos bien. En el metro vivimos un momento de auténtico peligro (oh si cuanto) cuando una señora advirtió a un revisor de que había un paquete sospechoso en el vagón (y no es que Benzema estuviera en el metro), el revisor rápidamente se llevó el paquete, las puertas se cerraron y el metro se alejó mientras escuchábamos una sonora explosión (dramatización).
Bajamos en Marble Arch y fuimos hacía Hyde Park, una versión inglesa escándalosamente similar a bajarse en Arc de Triomf e ir hacía el Parc de la Ciutadela en Barcelona. Pese a mis reticencias, acabamos haciéndonos una foto con la Champions (hay que decir que todos menos Lorena pensábamos que la Champions no estaria expuesta fuera). El sitio estaba lleno de estandartes con fotos de las champions ganadas cada año, como buena señal he de decir que no vi los estandartes de Berna, Sevilla y Atenas, si que vimos los de Wembley 92, Paris y Roma. Comimos en el famoso McDonalds de Carmen de Mairena (ver Capítulo 320) y nos fuimos hacía la torre de Londres. Las dudas sobre el conocimiento londinense de Lorena que se habían avivado con el incidente del bus quedaron disipadas cuando llegamos a la torre con tiempo de sobra incluso para visitarla por dentro de haber querido, no lo hicimos. Lo que si hicimos fue hacernos unas fotos con el emperador Marco Ulpio Trajano (que me la agarra con la mano) ataviado con el Travel Hat y una bufanda del Barça. La London Tower me gustó mucho, me quedé con las ganas de visitarla por dentro, Lorena, que se reveló como una guia excelente, nos contó la leyenda de los cuervos y la historia de los Larios, no..., ¿Gordon's?, ¿Hendrick's?, ¿Rives?..., ¡no!, Beefeater, si eran los Beefeater (este es otro chiste con copyright Purocalling, all rights reserved).
Continuamos con la parte turística bajo las protestas de Oriol (al que le dió por cantar durante todo el día la canción de "El Chicharito") que queria ir ya al pub, y nos fuimos hacía la zona de Westminster. He de decir que por el camino íbamos encontrando a muchos mas barcelonistas que manchesteristas, la mayoria de aficionados del Manchester eran bastante educados aunque si que nos encontramos a algún energúmeno que a nuestro paso decía algo así como "Fuck Barça". También destacar que nos encontramos a multitud de ingleses que querian que el Barça ganara, de hecho creo que había más ingleses que apoyaban al Barça en Londres que al Manchester, muestra inequívoca de las simpatias que despierta este equipo entre sus compatriotas. Vimos Westminster por fuera y el Big Ben, entramos en los establos reales donde nos hicimos la tipica foto simpática (y original) haciendo el monguer al lado de uno de esos guardias de madera ingleses que no se pueden mover ni aunque tengan un apretón de los chungos, también en algún momento nos hicimos esa foto, que sólo los españoles nos hacemos, haciendo el idiota al lado de un cartel de "Diverted traffic". Cuando salimos de los establos y ya camino de Piccadilly (donde estaba el pub), un inglés borracho (¡oh que extraño!, un inglés borracho) se abrazó a Oriol y Miquel y empezó a cantar una bonita canción anti-Manchester.
En Piccadilly el guia para llegar al pub era yo (lo que demuestra el nulo criterio de mis compañeros a la hora de confiar en alguien), nos cruzamos con un español en bicicleta que hablaba por teléfono y que no recuerdo que decia pero si que recuerdo que todos estuvimos de acuerdo en que merecía la muerte. Efectivamente, el ya mítico Tigertiger, estaba muy cerca de Piccadilly y llegamos con suma facilidad. Teóricamente teniamos una reserva, dijimos al mastodonte de la puerta que estábamos en la lista y un señor vino a buscarnos y nos condujo a la planta barcelonista, y digo la planta barcelonista (que era la de abajo) porque la primera era manchesterista. Nosotros esperábamos llegar y tener el sitio reservado, en cambio, el señor nos vino a decir, "es aquí sentaros donde podais", después de dar vueltas por las mesas libres (todas con una pésima visibilidad), nos pusimos en una al fondo del bar que estaba reservada a las 22.00 a nombre de un tal "Harry P.", como eran las 18.30, supusimos que a Harry Potter no le importaria que ocupáramos su mesa, o sea que retiramos el cartelito de la reserva (que actualmente se encuentra expuesto al público en la habitación de los horrores sita en mi casa) y ocupamos el lugar. Veiamos la pantalla algo lejos, el proyector nos tapaba una pequeña parte y si la gente se levantaba de sus sillas perdiamos toda visión..., si amigos, hicimos 3000 kilómetros para ver el partido mal. El "Tigertiger" lejos de ser un típico pub inglés, era una especie de discoteca con aire ochentero, muy Tony Manero, la música también acompañaba y escuchamos algunos temas que no hubieran desentonado en la película "Fiebre del Sábado Noche" (incluso escuchamos alguno que estaba en la banda sonora). Enseguida empezamos la cursa de cervezas que nos servian unas camareras con vestidos extremadamente cortos (¡viva Inglaterra!).  Al poco rato apareció el ya mítico y entrañable Jon1979, un culé de Euskadi que venia con una bufanda del Barakaldo (el nombre completo de la ciudad es "Barakaldo de pollo avecrem"), con él ,venian toda una serie de amiguetes, también vascos de cuyos nombres no me acuerdo (sorry amigos). Nos deshicimos de los globos que adornaban nuestra mesa y las mesas de alrededor (había que obtener visibilidad) y empezaron la discusión de que tomaban, la chica de mi lado se negaba tajantemente a tomar cerveza (whatthefuck?), zanjaron la discusión pidiendo una botella de vino y unas Coca-colas, sí amigos, hicieron calimotxo (Gora Euskadi!). Mientras ellos pedian sus cosas, Miquel, había traido el vino "Corazón Loco" de las bodegas de Andres Iniesta, inténtamos abrirlo por todos los medios posibles, incluso pensamos pedir un cuchillo en la barra pero igual pedir un cuchillo cuando está a punto de jugarse una final de Champions y tenias a la afición rival a una escalera de distancia no era una gran idea. No conseguimos abrirlo, una de las amigas de Jon nos dijo que una forma de abrirla era golpear el culo de la botella contra la pared para que el corcho fuera saliendo (no olvidemos que esta gente era de Bilbao), pero desistimos de intentarlo ante la más que probable posibilidad de acabar todos regados en vino y cristales. Acabamos dejando el problema de la botella para el momento de la celebración. Como todos llevaban bufanda menos yo, utilicé la camiseta gafe de Lorena para ondearla en los cánticos y llevarla atada al cuello, cosa que provocó alguna polémica más adelante.
Empezó el partido, el Barça controlaba sin problemas y el Manchester ni se acercaba, aun así todos los miembros del #cartowembley estábamos en un estado de nervios indescriptible. El partido no daba para estar nervioso, pero claro, influia el hecho de no habíamos hecho 1500 kilómetros para quedar segundos (no somos Wawanko). En ese estado de nervios, cada vez que alguien se levantaba desde nuestra mesa se empezaba a gritar una retahila de improperios e insultos cariñosos impropios de nuestra exquisita educación. Yo tomé la decisión de ver el partido de pie sobre el sillón haciendo malabarismos para no tapar a mis compatriotas de mesa. Marcó Pedro y nos invadió la locura colectiva, gritos, abrazos..., ¡casi lágrimas!. Al poco rato empata el Manchester, Lorena empieza a insistir en que me quite la camiseta gafe, yo, cabezón como soy, le dije que no, que ganariamos con esa camiseta. Llegó la media parte y Lorena y Miquel me insistieron con ayuda de alguna de las vascas pero persistí en dejármela puesta. Continuamos pidiéndo más y más cervezas, en la barra algún parroquiano culé me decía que lo veia muy mal, yo inyectaba dosis de optimismo a pesar de que no las tenia todas conmigo.
Comienza la segunda parte, el estado de nervios y sufrimiento es casi doloroso, marca Messi y volvemos a estallar, poco después marca Villa y un nuevo estallido (todos menos Oriol que estaba casi petrificado por el extasis de la situación). Recuerdo ir al lavabo, y hablar con el señor encargado del baño (que era el mismo que el del Sr. Lobo), un doble de Makelele aficionado del Chelsea, cosa que nos dio pie a un par de culés allí presentes, a comentar ese gran fichaje que habían hecho con Fernando Torres..., ¡haciendo amigos!. Si el estado de nerviosismo antes era afixiante ahora se tenia que multiplicar por diez, el final del partido se acercaba y un posible infarto también, luego viendo el partido friamente es algo que no se entiende, porque en ningún momento dio la impresión de que nos pudieran remontar, pero que le vamos a hacer, somos "patidores de mena". Acaba el partido y empieza la locura, gritos, cánticos, abrazos, Abidal recogiendo la copa..., las camareras empezaron a dispersarnos al grito de "a la puta calle" (to the fucking street), teniamos que salir que Harry Potter estaba al llegar.
¿En la calle?, más locura colectiva, en la esquina había unos inocentes japoneses gritando "Barça Barça", en cuanto los vi corrí hacía ellos para abrazarlos cosa que empezaron a hacer decenas de culés más, nos hicimos una foto colectiva ante la cara perpleja de los japoneses que no pasaban tanto miedo desde (censored joke).
Oriol inició el grito "Trafalgar Square es Canaletas", y hacía allí que nos dirigimos, antes entramos en una tienda de regalos en busca de un abridor para descorchar nuestra botella de vino de Iniesta. No había abridores pero cuando se lo preguntamos al señor nos dijo que nos la abría el. El tipo , demostró el amplio conocimiento que tiene el pueblo hindú en el noble arte de la apertura de botellas de vino, intentó abrirla colocando el abridor al reves..., Oriol tomo el mando, cogió el abridor, y descorchó la botella en décimas de segundo, nos fuimos y yo le dejé una libra de propina al señor a pesar de su negativa a que le pagáramos (está simple acción explica hasta que punto estaba yo borracho, ¡una libra!, ¡es gravissim!).
Llegamos a Trafalgar Square que, efectivamente, era Canaletes. Estaba llenos hasta arriba de barcelonistas cantando, gritando y celebrando (en este orden), Miquel, Oriol y yo, le ibamos dando al vino de Iniesta, un vino dulce, cabezón y calentorro, como yo. Oriol y yo intentamos salir en el informativo del 3/24 pero el cámara y el locutor (los dos guiris) huyeron. Nos hicimos una foto junto a la cuenta atrás para las olimpiadas de Londres, y cuando vimos que los bobbies (Robsons) empezaban a acordonar la zona empezamos a tocar retirada, nos despedimos de Jon y compañia (¡espero veros pronto por Barna!), y partimos en busca de la cena. Pasamos al lado de un efificio con el cartel "Texas London Embassy Cantina", que todavia no sabemos si era una embajada o un bareto. Oriol se había empeñado en comer un kebab y fuimos a uno donde había una camarera inglesa que hablaba catalán cosa que nos convenció para entrar y comernos el kebab más absolutamente asqueroso que jamás habíamos ingerido.
Con la panza llena iniciámos la busqueda de taxis. Con Oriol en una esquina, Miquel y Lorena en otra y yo en una tercera nos pusimos con la casi imposible tarea de encontrar un taxi en Londres de madrugada. Lorena y Miquel consiguieron parar a uno tipo furgoneta que dijo que no nos llevaba, hasta que le dijimos donde íbamos y aceptó. El tipo resultó ser bastante majo contra todo pronóstico, nos dejo en la puerta del hotel, no sin antes clavarnos varios millones de libras. Llegábamos al hotel, cansados, borrachos e inménsamente contentos, sin asumir todavia que habíamos pasado uno de los días más memorables de nuestra fucking vida.

Puro_Trap. London es un clam.

martes, 7 de junio de 2011

Capítulo 356. "#cartowembley dia 1: Después de 800 metros mantengase a la izquierda"

Sonando: HORSES (Patti Smith)


¿Puede hacerse una mañana más larga que un viaje de 1500 kilómetros?, puede, la mañana del Viernes 27 de Mayo fue una de las más largas que recuerdo. Siete horas, de 8 a 15 pensando, unicamente, en el momento de salir y encontrarme con Lorena, Miquel y Oriol que llegarian cabalgando a lomos (asientos) del Duranmovil para empezar nuestra aventura.
Para los que no lo sepan (que a estás alturas son unas cero personas) ese día, cuatro valientes (llámale valientes, llámale locos, llámale Mortimer) iban a subir a un coche y partir desde la soleada Barcelona hacía la soleada Londres, haciendo escala en la soleada Orleans.
Pocos minutos después de las 15 yo ya estaba en la calle, pertrechado con mi maleta, mis libras y mi sombrero de viajar (más conocido como "Travel Hat" en un alarde de originalidad).
Con un poco de retraso llegaron mis compañeros en el Duranmovil, obviando el fail que supone ir a ver una final de Champions del Barça en un coche blanco, decidimos hacernos unas fotos para inmortalizar el momento. Salimos y enseguida nos encontramos con caravana, cosa que no nos desánimo (con 1500 km por delante sería muy chungo desanimarse durante los 100 primeros metros), Lorena empezó a agitar las banderas mientras la gente de los coches miraba entre asustada y sorprendida y yo me hundía en el asiento para que no me vieran algunos de mis compañeros de edificio con semejante friky. Para no bajar el nivel de frikismo, Lorena cogió dos papeles y escribió "#CARTOWEMBLEY" para que los pusieramos en las ventanillas mientras cantábamos el himno a pleno pulmon. Fue alejarnos de Sant Cugat (ciudad soleada también) y el tráfico empezó a aligerarse. Hicimos la primera parada en una gasolinera para comprar hielo (había que enfriar las cervezas), por cierto en la gasolinera estaba Marcelo, que nos miró con cara de envidia. Lorena, tuvo la brillante idea de romper la bolsa de hielo para meterla en la nevera para que, a la larga, se provocará una pequeña inundación que ahogara al fuet. Volvimos a subir al coche en el que íbamos disfrutando (en ocasiones) de una original recopilación musical y quien dice original dice esquizofrénica, ya que se podía encontrar desde Pimpinela a Motorhead pasando por Lady Gaga, Extremoduro o Fernando Esteso con King Africa.
Continuamos avanzando hacía Francia, poco después de cruzarnos con el coche de "Roses TV" conducido por Hans Topo paramos para hacer el cambio de conductor, me tocaba entrar en juego amigos. Durante la parada, hicimos más fotos, y esperamos a que Oriol fumara y fuera a comprar no se qué (lo de esperar a Oriol en nuestras paradas se convirtió en todo un clásico). Enseguida tenemos un peaje en el que el señor nos expresa su envidía por aquello de ir a ver la final de Champions a Wembley, le decimos que no tenemos entradas, y la expresión de envidía pasa a ser de "menudos tarados". Oriol, que ya había empezado con las cervezas (y yo conduciendo!), estaba en un plan un tanto incívico tirando algunos pequeños deshechos por la ventana, cuando preguntó donde tiraba la lata vacía de cerveza yo le dijé que se la tirará a un camión francés que estábamos adelantando; "ellos nos tiran la fruta, nosotros les tiramos cervezas (vacias claro)". En este animado ambiente surgió el tema de la serie de "Juego de tronos", Lorena, Miquel y servidora nos hemos leido los libros y Oriol no, sorprendéntemente Oriol nos pidió que le "spoilearamos" todo lo posible, y eso nos permitió explayarnos a gusto, al contrario de lo que suele pasar con los rancios que ven la serie y no se han leido el libro que se empeñan en que no contemos nada (en un capítulo de estos os lo suelto todo y que os den por saco).
Además de ser mi primera vez conduciendo en el extranjero también era la primera vez que conducia bajo las ordenes directas de un gps, un aparato que era un poco el "Capitán Obvio", vamos que durante todo el viaje por autopista el cacharro del demonio me iba recordando que después de 800 metros me mantuviera a la izquierda (cosa que no pensaba dejar de hacer aunque me dijera lo contrario) y eso cuando no soltaba frases del tipo "deberá coger una salida... más adelante", ¡gracias tio!, yo pensaba quedarme en la autopista dando vueltas por toda la eternidad... .
No hace falta decir que desde que cogí yo el coche y contando con que en Francia el límite de velocidad es 130, el Duranmovil había comenzado a ir más ligerito. Para mi una velocidad de 130 es ir a entre 130 y 140 (y aproximándome peligrosamente a los 150) cosa que a Lorena le encantaba y provocó algunos animados debates entre los integrantes del #cartowembley, siempre, eso si, desde el respeto y la admiración que nos profesamos. Mientras estos debates se sucedian, principialmente entre Lorena y yo, Miquel escribia un artículo (bah, ¡periodistas!) y Oriol bebía más cerveza (Mode envidia: aumentando). Cruzamos por el puente más alto del mundo, el Viaducto de Millau (el nombre se lo pusó un gato), diseñado por Norman Foster y que cruza sobre el rio Tarn (Tarn y Foster, dos nombres malditos para "Iniesta de mi vida").
Ya llevaba bastante rato conduciendo y tocaba un nuevo relevo, decidimos buscar los lavabos más tenebrosos y lúgubres de Europa, y una vez los encontramos hicimos el cambio. Empezaba a anochecer, nos acercábamos a Orleans atravesando la campiña francesa repleta de árboles, vacas y "Buffalos Grill". Con la perspectiva de que mi tiempo de conducción había acabado decidí acompañar a Oriol en la dura tarea de acabar con las birras, que a estás alturas ya estaban frias y, gracias a Lorena, inundadas.
Por fin divisamos la bonita ciudad de Orleans, o por lo menos la intuimos oculta entre las obras. Salimos por una zona donde todo eran hoteles con pintas horribles (y algún Buffalo Grill también), dando vueltas entre las vallas de obras avisé de que había un cartel en catalàn: "Wifi gratuit", nadie hizo caso a mi chiste y seguimos dando vueltas y, por una vez, deberían haberme hecho caso porque tras recorrernos toda la zona descubrimos que el hotel en cuestión era el nuestro.
Entrar en el hotel fue una odisea en sí, tanto el parking de fuera como la puerta del hotel iban con unos codigos que en teoria teniamos, tras varios intentos fallidos, Lorena acabó haciéndome caso y picamos al timbre de toda la vida, salió un tipo francés (que curioso, franceses en Orleans) que nos dijo que habíamos estado haciendo el canelo con los codigos porque los que teniamos no servian para nada. Pagamos el hotel y subimos a nuestra habitación a cenar cruzándonos con algunos de los distinguidos huéspedes y sus, no menos distinguidas, acompañantes. La suite que nos tocó a Oriol y a mi fue el comedor donde degustamos la ensalada de pasta que la chef Lorena nos había preparado, teniamos que ir a dormir, eran las 12 de la noche aproximadamente y a las 6 teniamos que estar en pie, al día siguiente el Duranmovil atravesaria el Atlántico... .

Puro_Trap. Cuanto más me acelero, más calentito me pongo.