martes, 30 de diciembre de 2014

Capítulo 499. "La Leyenda Negra de Los Pitufos"



Sonando: THE BLUES ARE STILL BLUE (Belle and Sebastian)


"The black will be white 
and the white will be black 
But the blues are still blue"

La maldición de los pitufos había terminado, o por lo menos eso pensaba Papa Pitufo, y tenia buenos motivos para hacerlo. Por fin, después de más de 30 años naceria un bebé pitufo, el último pitufo en nacer había sido el Pitufo Perezoso, Papá Pitufo lo recordaba perfectamente; todos esperaban que fuera hembra ya que una inexplicable mala racha había hecho que durante una generación solo nacieran machos. El nacimiento de un nuevo pitufo masculino supuso un duro golpe, ya que la madre -que era la última hembra que quedaba en el poblado- murió en el parto. Durante muchos años Papa Pitufo reinó en el poblado pensando que estaban abocados a la inevitable extinción, hasta que llegó Pitufina.

"T'hacia un traje saliva"
La llegada de una hembra joven y bonita, revoluvionó por completo todo el poblado pitufo. La mayoria de los pitufos jamás habían visto una hembra y, por supuesto, nunca habian practicado el sexo... en teoria. Siempre hubo rumores en el poblado de que el Pitufo Presumido hacía algo más que de peluquero en su seta, el nunca hablaba de ello y Papa Pitufo, que era un pitufo chapado a la antigua, hacia ver que no había oido nada, aunque ciertos comentarios maliciosos hablaban de visitas a hurtadillas del jefe de los pitufos a la seta de Presumido.

Soy el Pitufo Cachondo
Durante meses y meses Pitufina lidió con decenas de conquistadores. Finalmente fue Forzudo el que acabó conquistando el corazón de la joven pitufa que, según se comentaba en el poblado, tuvo una más que agitada vida sexual durante sus meses de solteria. Gracias al desconocimiento de los metodos anticonceptivos la pareja se vió obligada a casarse. La noticia del embarazo de Pitufina sin estar casada, lejos de producir el escándalo que se había provocado hace unos años, supuso un estallido de alegria en el poblado, que deseaba ansiosamente la llegada de un nuevo miembro al clan. Por supuesto todos esperaban la llegada de una hembra para evitar la extinción de la especie, en esos dias el Pitufo Forzudo empezó a ver multiplicada su nómina de amigos, más interesados en ser su futura familia política que en entablar una sincera y duradera amistad.

Por fin el gran día había llegado, todos se agolpaban en la puerta del Pitufo Médico. Forzudo fumaba sin parar unas hierbas que le había recomendado Perezoso. Las primeras contracciones se produjeron poco antes de la cena, nada más empezar estas, Forzudo cogió en brazos a su joven esposa y la llevó a la seta del Pitufo Médico. Dos horas después comenzaba el parto que hizo que la dulce voz de la hermosa Pitufina tornara en un sonido escalofriante salido directamente de la gruta más profunda del infierno. Sus alaridos constantes habian alertado al poblado que enseguida acudió a presenciar el nacimiento. En el quirófano improvisado solo estaban Médico y Papa Pitufo, Forzudo fue desalojado debido a los constantes desmayos que estaba sufriendo, y no era para menos, las paredes de la seta estaban salpicadas de sangre. Médico, que logicamente nunca había atendido un parto, hacía grandes esfuerzos para mantenerse en pie mientras Papá Pitufo intentaba calmarle.

- Tranquilo Médico, la cosa va bien, las hembras pitufas siempre desprenden mucha sangre en los partos.
- ¿Desprender?, amigo esto es una puta cascada -decia el Pitufo Médico mientras reprimia una arcada-.

Tras media hora interminable los gritos de Pitufina se apagaron, pero solo durante unos segundos, a los que siguió un último grito tan espeluznante que puso a todos los pitufos la piel de gallina. Cuando Forzudo escuchó el alarido horripilante de su mujer entró rapidamente derribando la puerta, la escena que presenció justo antes de desmayarse se le quedaría grabada en la mente para toda la vida. Allí estaba su amada, en una habitación salpicada con manchas de sangre en las paredes, yaciendo inconsciente en la cama mientras Médico intentaba reanimarla y Papa Pitufó permanecia en pie contenplando con expresión entre sorprendida y horrizaba a la criatura que lloraba sin parar es los brazos de su madre, un bebe hembra de cabeza peluda y grandes ojos castaños que contrastaban con el color de su piel negra.

Hacía muchos años que la gran sala del consejo pitufo no se utilizaba, la última vez fue con motivo de la trágica muerte de Gargamel, el archienemigo de nuestros pequeños amiguitos azules. Este oscuro personaje, despues de muchos años de perseguir a N.P.A.A. (Nuestros Pequeños Amiguitos Azules), consiguió por fin cazar a uno, al Pitufo Gafitas, intentó comérselo pero no calculó bien y pereció ahogado al atragántarsele ese mequetrefe sabelotodo. Al principio el poblado fue una fiesta (dos pajaros de un tiro pensó mas de uno), pero luego empezaron a echar de menos a ese hombre que siempre les había hecho la vida imposible, ya que a partir de ese momento sus vidas estarian condenadas al más absoluto de los aburrimientos.

Dejadme en Paz
La sala del consejo estaba dividida en tres bandos bien diferenciados, una mayoria que pensaban que el nacimiento de una pitufa negra era un mal presagio y debian deshacerse de ella. Luego estaban los pocos que defendian que debia ser tratada como una más sin importar el color de su piel, y por último estaba el Pitufo Gruñoñ que, como siempre, acudia a los consejos a oponerse a cualquier resolución que allí se dictaminara.

- Silencio por favor - todos los pitufos que estaban discutiendo en corrillos esparcidos por toda la sala se volvieron hacia Papá Pitufo que ya estaba en el estrado-. Bien todos sabemos para que nos hemos reunido hoy aquí, tenemos que decidir que hacemos con el nuevo miembro de nuestro poblado.
- Es un mal presagio, ¡lancemosla al rio! - todos se volvieron hacia el Pitufo Explorador que se repente se sintió terriblemente avergonzado-.
- ¡Callate explorador o tu irás de cabeza al rio! -respondió Forzudo demostrando una vez más sus conocidas habilidades para la oratoria-.

En ese momento Pitufina sujetó a su varonil marido y miró a Papá Pitufo haciéndole un gesto con la cabeza para que continuara.

- En todos los años que llevo en el poblado nunca había visto un caso parecido, no se si esto tiene alguna explicación científica o mágica...

Como activados por un resorte todos se giraron hacía el Pitufo Científico que estaba absolutamente despistado mirando hacia la nada.

- Emmmm, bueno..., no se..., ¡quizá no es una pitufa!...
- ...¡o a lo mejor es que no la han lavado bien! - añadió el Pitufo Bromista carcajeándose sonoramente ante las miradas de odio y estupefacción que le dedicaban sus congeneres-.

La tensión iba en aumento, la improvisada teoria de científico había calado y los más reaccionarios exigian que se abandonará al bebé en el bosque, el Pitufo Gruñon se lo estaba pasando en grande discutiendo y metiendo cizaña en ambos bandos. Papa Pitufo empezaba a ponerse nervioso, el cielo había comenzado a nublarse y la sala del consejo no tenia techo. Nadie sabia el motivo por que cual ese espacio del bosque era conocido como "sala". Es probable que en algún momento de la historia de los pitufos allí hubiera realmente una edificación donde se reunian los antiguos, pero todos ignoraban el por qué, seguramente tampoco les importaba. 
En ese momento el Pitufo Presumido pidió la palabra interrumpiendo sobresaltadamente los pensamientos del patriarca de los pitufos.

Tomadme
- Hermanos pitufos - hizo una paus para coger aire-, creo que no estamos siendo racionales. No me parece que ninguno de nosotros tengamos derecho a decidir sobra la vida de uno de los nuestros, sí, porque ella es uno de los nuestros. Quereis deshaceros de la pequeña solo porque es diferente, temeis lo diferente, y no pensais que desde Gruñón a Forzudo, pasando por el Médico, Cocinero o Antenista (al Pitufo Antenista se le iluminó la cara, nunca nadie se acordaba de él) tienen algo que los hace diferentes, yo también soy diferente... mas de lo que pensais -añadió en voz baja aunque no lo suficiente para que todos le oyeran-. Por ello creo que deberiamos integrar a Negrita (así llamaban a la recien nacida en un alarde de originalidad propio de N.P.A.A.) y aceptarla como lo que es, un miembro más de nuestro poblado y, seguramente, nuestra salvación como especie.

Los pitufos guardaron un respetuoso silencio, parecia que las palabras del Pitufo Presumido habían tocado la fibra de sus compañeros y ninguno se atrevia a replicar, seguramente porque a nadie se le ocurria ningún argumento lógico que dar ante las sentidas palabras de Presumido. En ese momento el Pitufo Gruñón dijo algo que nadie le había oido decir nunca.

- Estoy de acuerdo -los pitufos se miraban los unos a los otros con expresiones de incredulidad, Papa Pitufo tomó de nuevo la palabra- .
- Creo que no hace falta añadir nada más -dijo-.

Espontaneamente los pitufos estallaron en un aplauso y una inusitada sensación de alegria invadió a los habitantes presentes en la sala (descampado) del consejo. Rapidamente Forzudo y Pitufina, con lagrimas en los ojos, corrieron hacia Presumido para abrazarle y darle las gracias, en ese momento un sonoro trueno hizo callar a todos. Una lluvia fina comenzó a caer furiosamente, los pequeños duendecillos azules empezaron a correr a sus casas. Presumido dejó casi con la palabra en la boca a los felices padres y salió corriendo como alma que lleva el diablo. Su seta estaba al otro lado del poblado, se dirigió a ella apresuradamente dejando a su paso un rastro de charcos azules que velozmente eran disueltos por la, cada veza más, furiosa tempestad. Presumido, que había dejado atras al resto de pitufos hacía mucho rato, llegó a su seta y fue rapidamente al baño. En el momento en que vio su imagen en el espejo solo unas pocas manchas azules cubrian su negra piel.

Puro_Trap. Peyorativamente.

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