martes, 7 de junio de 2011

Capítulo 356. "#cartowembley dia 1: Después de 800 metros mantengase a la izquierda"

Sonando: HORSES (Patti Smith)


¿Puede hacerse una mañana más larga que un viaje de 1500 kilómetros?, puede, la mañana del Viernes 27 de Mayo fue una de las más largas que recuerdo. Siete horas, de 8 a 15 pensando, unicamente, en el momento de salir y encontrarme con Lorena, Miquel y Oriol que llegarian cabalgando a lomos (asientos) del Duranmovil para empezar nuestra aventura.
Para los que no lo sepan (que a estás alturas son unas cero personas) ese día, cuatro valientes (llámale valientes, llámale locos, llámale Mortimer) iban a subir a un coche y partir desde la soleada Barcelona hacía la soleada Londres, haciendo escala en la soleada Orleans.
Pocos minutos después de las 15 yo ya estaba en la calle, pertrechado con mi maleta, mis libras y mi sombrero de viajar (más conocido como "Travel Hat" en un alarde de originalidad).
Con un poco de retraso llegaron mis compañeros en el Duranmovil, obviando el fail que supone ir a ver una final de Champions del Barça en un coche blanco, decidimos hacernos unas fotos para inmortalizar el momento. Salimos y enseguida nos encontramos con caravana, cosa que no nos desánimo (con 1500 km por delante sería muy chungo desanimarse durante los 100 primeros metros), Lorena empezó a agitar las banderas mientras la gente de los coches miraba entre asustada y sorprendida y yo me hundía en el asiento para que no me vieran algunos de mis compañeros de edificio con semejante friky. Para no bajar el nivel de frikismo, Lorena cogió dos papeles y escribió "#CARTOWEMBLEY" para que los pusieramos en las ventanillas mientras cantábamos el himno a pleno pulmon. Fue alejarnos de Sant Cugat (ciudad soleada también) y el tráfico empezó a aligerarse. Hicimos la primera parada en una gasolinera para comprar hielo (había que enfriar las cervezas), por cierto en la gasolinera estaba Marcelo, que nos miró con cara de envidia. Lorena, tuvo la brillante idea de romper la bolsa de hielo para meterla en la nevera para que, a la larga, se provocará una pequeña inundación que ahogara al fuet. Volvimos a subir al coche en el que íbamos disfrutando (en ocasiones) de una original recopilación musical y quien dice original dice esquizofrénica, ya que se podía encontrar desde Pimpinela a Motorhead pasando por Lady Gaga, Extremoduro o Fernando Esteso con King Africa.
Continuamos avanzando hacía Francia, poco después de cruzarnos con el coche de "Roses TV" conducido por Hans Topo paramos para hacer el cambio de conductor, me tocaba entrar en juego amigos. Durante la parada, hicimos más fotos, y esperamos a que Oriol fumara y fuera a comprar no se qué (lo de esperar a Oriol en nuestras paradas se convirtió en todo un clásico). Enseguida tenemos un peaje en el que el señor nos expresa su envidía por aquello de ir a ver la final de Champions a Wembley, le decimos que no tenemos entradas, y la expresión de envidía pasa a ser de "menudos tarados". Oriol, que ya había empezado con las cervezas (y yo conduciendo!), estaba en un plan un tanto incívico tirando algunos pequeños deshechos por la ventana, cuando preguntó donde tiraba la lata vacía de cerveza yo le dijé que se la tirará a un camión francés que estábamos adelantando; "ellos nos tiran la fruta, nosotros les tiramos cervezas (vacias claro)". En este animado ambiente surgió el tema de la serie de "Juego de tronos", Lorena, Miquel y servidora nos hemos leido los libros y Oriol no, sorprendéntemente Oriol nos pidió que le "spoilearamos" todo lo posible, y eso nos permitió explayarnos a gusto, al contrario de lo que suele pasar con los rancios que ven la serie y no se han leido el libro que se empeñan en que no contemos nada (en un capítulo de estos os lo suelto todo y que os den por saco).
Además de ser mi primera vez conduciendo en el extranjero también era la primera vez que conducia bajo las ordenes directas de un gps, un aparato que era un poco el "Capitán Obvio", vamos que durante todo el viaje por autopista el cacharro del demonio me iba recordando que después de 800 metros me mantuviera a la izquierda (cosa que no pensaba dejar de hacer aunque me dijera lo contrario) y eso cuando no soltaba frases del tipo "deberá coger una salida... más adelante", ¡gracias tio!, yo pensaba quedarme en la autopista dando vueltas por toda la eternidad... .
No hace falta decir que desde que cogí yo el coche y contando con que en Francia el límite de velocidad es 130, el Duranmovil había comenzado a ir más ligerito. Para mi una velocidad de 130 es ir a entre 130 y 140 (y aproximándome peligrosamente a los 150) cosa que a Lorena le encantaba y provocó algunos animados debates entre los integrantes del #cartowembley, siempre, eso si, desde el respeto y la admiración que nos profesamos. Mientras estos debates se sucedian, principialmente entre Lorena y yo, Miquel escribia un artículo (bah, ¡periodistas!) y Oriol bebía más cerveza (Mode envidia: aumentando). Cruzamos por el puente más alto del mundo, el Viaducto de Millau (el nombre se lo pusó un gato), diseñado por Norman Foster y que cruza sobre el rio Tarn (Tarn y Foster, dos nombres malditos para "Iniesta de mi vida").
Ya llevaba bastante rato conduciendo y tocaba un nuevo relevo, decidimos buscar los lavabos más tenebrosos y lúgubres de Europa, y una vez los encontramos hicimos el cambio. Empezaba a anochecer, nos acercábamos a Orleans atravesando la campiña francesa repleta de árboles, vacas y "Buffalos Grill". Con la perspectiva de que mi tiempo de conducción había acabado decidí acompañar a Oriol en la dura tarea de acabar con las birras, que a estás alturas ya estaban frias y, gracias a Lorena, inundadas.
Por fin divisamos la bonita ciudad de Orleans, o por lo menos la intuimos oculta entre las obras. Salimos por una zona donde todo eran hoteles con pintas horribles (y algún Buffalo Grill también), dando vueltas entre las vallas de obras avisé de que había un cartel en catalàn: "Wifi gratuit", nadie hizo caso a mi chiste y seguimos dando vueltas y, por una vez, deberían haberme hecho caso porque tras recorrernos toda la zona descubrimos que el hotel en cuestión era el nuestro.
Entrar en el hotel fue una odisea en sí, tanto el parking de fuera como la puerta del hotel iban con unos codigos que en teoria teniamos, tras varios intentos fallidos, Lorena acabó haciéndome caso y picamos al timbre de toda la vida, salió un tipo francés (que curioso, franceses en Orleans) que nos dijo que habíamos estado haciendo el canelo con los codigos porque los que teniamos no servian para nada. Pagamos el hotel y subimos a nuestra habitación a cenar cruzándonos con algunos de los distinguidos huéspedes y sus, no menos distinguidas, acompañantes. La suite que nos tocó a Oriol y a mi fue el comedor donde degustamos la ensalada de pasta que la chef Lorena nos había preparado, teniamos que ir a dormir, eran las 12 de la noche aproximadamente y a las 6 teniamos que estar en pie, al día siguiente el Duranmovil atravesaria el Atlántico... .

Puro_Trap. Cuanto más me acelero, más calentito me pongo.

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