domingo, 12 de junio de 2011

Capítulo 357. "#cartowembley día 2: Trafalgar Square, es Canaletes"

Sonando: LONDON'S BURNING (The Clash)


Al que madruga dios "l'apoya", con esta premisa nos levantábamos el sábado los dos tenores Josep Carreras y Luciano Pavarotti (Placido Domingo mañana) dispuestos a devorar kilómetros... y unos cruasanes, pero antes había que ducharse y, hablando de Pavarotti, ¿os imaginais al tenor italiano metiéndose en una cabina telefónica?, así nos sentimos nosotros cuando nos metimos en el baño, y no precisamente porque cantáramos en la ducha (cosa que la distinguida clientela del hotel hubiera agradecido mucho). Decir que el baño era estrecho seria lanzarle un piropo, vamos que cuando fui a entrar tuve que pedirle a una cucaracha que saliera (en un perfecto francés, eso si) porque no cabiamos los dos. Para rematar la cortina de ducha no se corria, una pena, ya que, dado el tamaño del cuchitril, no me hubiera hecho falta salir de la ducha para afeitarme. Para más inri, la cortina tenia una tendencía preocupante a pegarse a ti, y claro, con ese amplio espacio tampoco la podías esquivar, vamos que tuve que salir del baño (y casi de la habitación) para despegarme la cortina... y también para echarme el desodorante ya que dentro no tenia espacio suficiente para levantar los brazos.
Todos bien aseados y limpitos nos metimos en el Duranmovil, volvia a estar al volante, arrancamos dirección Paris mientras desayunábamos cruasanes en el mismo coche (¡al final no sobraron!). El Duranmovil no tardó mucho en penetrar las defensas parisinas, nuestro gps, decidió meternos por dentro de Paris cosa que, lejos de preocuparnos, nos alegró sobremanera. Por el interior de Paris nos topamos con varios carteles que nos indicaban la dirección a San Denis (lugar donde está el estadio en el que el Barça ganó su segunda Champions), Miquel se apresuró a decir que aquello era una señal..., le di la razón, un cartel es una señal de toda la vida. Una curiosidad de Paris es que fue el lugar de Francia en el que la gasolina estaba más barata de largo (quien lo diría, ¿no?). Lorena intentó emular a Carlos Turmo haciendo un chiste sobre McDonalds en Inglaterra, pero su "mcpollo en Londres es un McChicken" queda muy lejos del ya mítico "¿como se dice Happy Meal en inglés?..., Happy One Thousand!". Cuando saliamos de Paris ocurrió un misterioso suceso en el coche por el cual el gps empezó a tener eco y cada una de sus instrucciones se repetía desde la parte trasera del coche.
Ya llegando a Calais, paramos en una gasolinera a repostar con una ventolera considerable. Aquí fue donde empezamos a sentirnos como ninjas, la primera azaña la protagonicé yo, si el señor Miyagi cazaba moscas con palillos yo decidí emularle y cuando una abeja monstruosa que no hubiera cabido en el lavabo del hotel de Orleans (cosa que tampoco tiene mucho merito) intentó entrar en el coche yo la atrapé subiendo la ventanilla. Nos encontramos con un camionero español que debía aburrirse y tenía ganas de hablar, era un tipo muy informado, tan informado que no tenia ni puta idea de que el Barça jugaba una final de la Champions en Londres ese mismo día. Miquel se pusó al volante y nos dirigimos hacía la aduana donde, por cierto, no había ni un solo coche español, a ver si los mal informados ibamos a ser nosotros y realmente no había ninguna final en Londres... .
Pasamos la aduana francesa sin problemas, llegamos a la inglesa que estaba unos 20 metros más alante, donde la señora nos pregunta amablemente donde vamos (igual las camisetas del barça que todos llevábamos no era una pista suficiente). Lorena tomó la palabra y le explicó donde íbamos, por qué ibamos, de donde veniamos, nuestras edades, profesiones, talla de zapatos, aficiones, traumas infantiles y creo que recitó la lista de los reyes godos por si acaso. La mujer, a punto del suicidio, nos pide los pasaportes o dni, los repasa uno por uno y, aquí llega el segundo momento "feel like a ninja", se para con el dni de Miquel y le dice, "este documento está caducado". Bien, en ese momento Miquel se postulaba como protagonista de "La Terminal 2", atrapado entre la aduana inglesa y francesa y viviendo de lo que le dan los que por allí pasan, sólo Miquel claro, porque nosotros ibamos a Londres si o si. Lorena intentó que aceptaran el carnet de conducir, pero no, la señora hizo una llamada, según Lorena para que nos autorizaran a pasar (yo creo que en realidad estaba pidiendo una pizza). Finalmente la señora decide que nos deja pasar con la advertencia de que la próxima vez que lo intenté acabará siendo comida para los peces cual Bin Laden..., y así es como Miquel entró en Inglaterra ilegalmente.
Aparcamos en el parking del Eurotunel y, cuando todavia no habíamos acabado de bajar del coche, vino un señor con la cartera en la mano ofreciéndonos 1500 euros por cada una de nuestras entradas, yo acepté enseguida, lástimosamente mis compañeros me chafaron el negocio diciéndole al señor la verdad, que no teniamos entradas.
Mientras Oriol cambiaba unos doblones a euro, Lorena y yo nos tomamos un extraño brebaje que en Inglaterra llaman "coffe" (no confundir, por favor, con nuestro "café"), que se compone de agua caliente, un extraño colorante marrón y toneladas de azucar para disimular el sabor del colorante. Subimos al coche y lo pusimos a la cola para subir al tren, que iba con puntualidad británica (viva el Capitán Obvio!). Con el coche parado a la espera de embarcar empezamos a liarla un poco y poner el himno del barça a toda leche mientras agitábamos las banderas y cantábamos, de esta manera tan discreta descubrimos otros 2 coches barcelonistas, ¡no estábamos solos!.
Por fin la cola empezó a avanzar, nos metimos en el tren que simplemente era un espacio central para que circularan los coches y dos mini-aceras de 2 palmos a los lados. La velocidad máxima dentro del tren era de 10 por hora (creo que fuera era algo más), como se ocupó de recordarnos Lorena, preocupada por si había radares dentro del tren. Una vez parados, con el motor apagado, el freno de mano puesto y las ventanillas medio bajadas alguién preguntó si se podía bajar uno del coche, respondí "sólo hay una manera de averiguarlo", y me bajé del coche. Efectiamente parece ser que se podia y pronto estábamos todos fuera mirando por la ventanilla esperando a que arrancara y con la secreta esperanza de ver el fondo marino y a Bin laden incrustado contra el cristal cual muñeco en la luna trasera de un coche. Detrás nuestro había un coche con dos señores y una señora que tenian todo el aspecto de estar intentando suicidarse por inhalación de monoxido de carbono.
Pronto sacamos las cervezas y empezó a correr el fuet. Olor a embutido, Raffaela Carrá sonando, 15 horas de viaje..., el Duranmovil se había transformado en un Delorean que me había llevado a 1987 cuando viajaba en autocar de Barcelona a Jaen. El tren arrancó, todo se volvió negro por fuera y notamos un leve dolor de cabeza (que algunos atribuyeron a la presión aunque realmente se debía a estar escuchando Raffaela Carrá). Yo que he bebido cerveza en todas las posiciones y situaciones imaginables, me enorgullecí de beberme una en las profundidades del Atlántico. Cuando estábamos llegando al final Lorena me pidió que calculara el cambio de millas a euros, lo intenté y mi blackberry explotó (por suerte es la blackberry terminator y se recompuso sola).
Cuando llegamos se confirmó que el Duranmovil era un Delorean, habíamos salido a las 12.30 en Francia y viajamos al pasado media hora por lo que salimos a Inglaterra a las 12. Volvimos a arrancar, ya estábamos en tierras británicas y el objetivo era Londres. El viaje transcurrió sin demasiadas novedades, lo único el debate de hacía donde teniamos que ir primero, Lorena insistia en ir a Hyde Park, yo queria ir a la London Tower (me tenia que sacar la espina del anterior viaje) y no veia nada claro que nos diera tiempo a ir a los dos sitios, pero Lorena insistia en que sí y prometió que pasara lo que pasara ella se comprometia a acompañarme a la London Tower. No tardamos demasiado en divisar la ciudad, salimos dirección Illford y nos encontramos un embotellamiento de puta madre en la calle que iba al hotel. Lo superamos y llegamos al garito en cuestión, que estaba en una zona repleta de otros bed and breakfast. En el aparcamiento del hotel no había nadie y el hotel ofrecia todo el aspecto de estar abandonado, nadie respondia al timbre y las ventanas de las habitaciones estaban con las persianas bajadas. Hubo unos instantes de pánico que duraron hasta que Lorena llamó a la señora del hotel que dijo que nos esperaba más tarde y que venia enseguida. Para amenizar la espera, alguno de los miembros del grupo decidió ponerse a regar las plantas. La señora llegó y para seguir con las intrigas (ya sabeis problemas para entrar en el pais, hotel que parece desierto...), nos dice que sólo tiene una reserva de una habitación doble, por suerte íbamos bien documentados y Lorena le mostró la reserva de la otra habitación. La señora (muy amable) nos ofreció la alternativa de una habitación doble y dos individuales (o eso entendí yo), dijo que uno se tenia que ir al piso de arriba y me ofrecí voluntario, luego vimos que lo que nos había ofrecido era una habitación triple y una individual, la mia (forever alone). La señora me acompañó a la habitación, había una puerta con un letrero que decía algo así como que era una salida de incendios, abrió la puerta y entramos en un pequeño recibidor con tres puertas más, dos con número y una tercera con un cartel que ponia, penthouse, no..., ¿playboy?, ¿hustler?, ¿lib?..., ¡ah si!, private, ponia private. La habitación estaba muy bien, era pequeña pero sin llegar a niveles "cuchitrilísticos", lo único un poco malo era que me tocaba baño compartido, igualmente eran tres baños, todos grandes y limpios para cinco habitaciones, en el poco rato que estuvimos en el hotel durante el fin de semana nunca vi uno de ellos ocupado.
Una vez situados, efectuo un reparto rápido de chubasqueros de emergencia (casualmente llevaba cuatro) y partimos dirección Hyde Park. Nada más salir, nuestra experta en Londres fue en la dirección equivocada y estuvo a punto de morir atropellada por un autobus, empezamos bien. En el metro vivimos un momento de auténtico peligro (oh si cuanto) cuando una señora advirtió a un revisor de que había un paquete sospechoso en el vagón (y no es que Benzema estuviera en el metro), el revisor rápidamente se llevó el paquete, las puertas se cerraron y el metro se alejó mientras escuchábamos una sonora explosión (dramatización).
Bajamos en Marble Arch y fuimos hacía Hyde Park, una versión inglesa escándalosamente similar a bajarse en Arc de Triomf e ir hacía el Parc de la Ciutadela en Barcelona. Pese a mis reticencias, acabamos haciéndonos una foto con la Champions (hay que decir que todos menos Lorena pensábamos que la Champions no estaria expuesta fuera). El sitio estaba lleno de estandartes con fotos de las champions ganadas cada año, como buena señal he de decir que no vi los estandartes de Berna, Sevilla y Atenas, si que vimos los de Wembley 92, Paris y Roma. Comimos en el famoso McDonalds de Carmen de Mairena (ver Capítulo 320) y nos fuimos hacía la torre de Londres. Las dudas sobre el conocimiento londinense de Lorena que se habían avivado con el incidente del bus quedaron disipadas cuando llegamos a la torre con tiempo de sobra incluso para visitarla por dentro de haber querido, no lo hicimos. Lo que si hicimos fue hacernos unas fotos con el emperador Marco Ulpio Trajano (que me la agarra con la mano) ataviado con el Travel Hat y una bufanda del Barça. La London Tower me gustó mucho, me quedé con las ganas de visitarla por dentro, Lorena, que se reveló como una guia excelente, nos contó la leyenda de los cuervos y la historia de los Larios, no..., ¿Gordon's?, ¿Hendrick's?, ¿Rives?..., ¡no!, Beefeater, si eran los Beefeater (este es otro chiste con copyright Purocalling, all rights reserved).
Continuamos con la parte turística bajo las protestas de Oriol (al que le dió por cantar durante todo el día la canción de "El Chicharito") que queria ir ya al pub, y nos fuimos hacía la zona de Westminster. He de decir que por el camino íbamos encontrando a muchos mas barcelonistas que manchesteristas, la mayoria de aficionados del Manchester eran bastante educados aunque si que nos encontramos a algún energúmeno que a nuestro paso decía algo así como "Fuck Barça". También destacar que nos encontramos a multitud de ingleses que querian que el Barça ganara, de hecho creo que había más ingleses que apoyaban al Barça en Londres que al Manchester, muestra inequívoca de las simpatias que despierta este equipo entre sus compatriotas. Vimos Westminster por fuera y el Big Ben, entramos en los establos reales donde nos hicimos la tipica foto simpática (y original) haciendo el monguer al lado de uno de esos guardias de madera ingleses que no se pueden mover ni aunque tengan un apretón de los chungos, también en algún momento nos hicimos esa foto, que sólo los españoles nos hacemos, haciendo el idiota al lado de un cartel de "Diverted traffic". Cuando salimos de los establos y ya camino de Piccadilly (donde estaba el pub), un inglés borracho (¡oh que extraño!, un inglés borracho) se abrazó a Oriol y Miquel y empezó a cantar una bonita canción anti-Manchester.
En Piccadilly el guia para llegar al pub era yo (lo que demuestra el nulo criterio de mis compañeros a la hora de confiar en alguien), nos cruzamos con un español en bicicleta que hablaba por teléfono y que no recuerdo que decia pero si que recuerdo que todos estuvimos de acuerdo en que merecía la muerte. Efectivamente, el ya mítico Tigertiger, estaba muy cerca de Piccadilly y llegamos con suma facilidad. Teóricamente teniamos una reserva, dijimos al mastodonte de la puerta que estábamos en la lista y un señor vino a buscarnos y nos condujo a la planta barcelonista, y digo la planta barcelonista (que era la de abajo) porque la primera era manchesterista. Nosotros esperábamos llegar y tener el sitio reservado, en cambio, el señor nos vino a decir, "es aquí sentaros donde podais", después de dar vueltas por las mesas libres (todas con una pésima visibilidad), nos pusimos en una al fondo del bar que estaba reservada a las 22.00 a nombre de un tal "Harry P.", como eran las 18.30, supusimos que a Harry Potter no le importaria que ocupáramos su mesa, o sea que retiramos el cartelito de la reserva (que actualmente se encuentra expuesto al público en la habitación de los horrores sita en mi casa) y ocupamos el lugar. Veiamos la pantalla algo lejos, el proyector nos tapaba una pequeña parte y si la gente se levantaba de sus sillas perdiamos toda visión..., si amigos, hicimos 3000 kilómetros para ver el partido mal. El "Tigertiger" lejos de ser un típico pub inglés, era una especie de discoteca con aire ochentero, muy Tony Manero, la música también acompañaba y escuchamos algunos temas que no hubieran desentonado en la película "Fiebre del Sábado Noche" (incluso escuchamos alguno que estaba en la banda sonora). Enseguida empezamos la cursa de cervezas que nos servian unas camareras con vestidos extremadamente cortos (¡viva Inglaterra!).  Al poco rato apareció el ya mítico y entrañable Jon1979, un culé de Euskadi que venia con una bufanda del Barakaldo (el nombre completo de la ciudad es "Barakaldo de pollo avecrem"), con él ,venian toda una serie de amiguetes, también vascos de cuyos nombres no me acuerdo (sorry amigos). Nos deshicimos de los globos que adornaban nuestra mesa y las mesas de alrededor (había que obtener visibilidad) y empezaron la discusión de que tomaban, la chica de mi lado se negaba tajantemente a tomar cerveza (whatthefuck?), zanjaron la discusión pidiendo una botella de vino y unas Coca-colas, sí amigos, hicieron calimotxo (Gora Euskadi!). Mientras ellos pedian sus cosas, Miquel, había traido el vino "Corazón Loco" de las bodegas de Andres Iniesta, inténtamos abrirlo por todos los medios posibles, incluso pensamos pedir un cuchillo en la barra pero igual pedir un cuchillo cuando está a punto de jugarse una final de Champions y tenias a la afición rival a una escalera de distancia no era una gran idea. No conseguimos abrirlo, una de las amigas de Jon nos dijo que una forma de abrirla era golpear el culo de la botella contra la pared para que el corcho fuera saliendo (no olvidemos que esta gente era de Bilbao), pero desistimos de intentarlo ante la más que probable posibilidad de acabar todos regados en vino y cristales. Acabamos dejando el problema de la botella para el momento de la celebración. Como todos llevaban bufanda menos yo, utilicé la camiseta gafe de Lorena para ondearla en los cánticos y llevarla atada al cuello, cosa que provocó alguna polémica más adelante.
Empezó el partido, el Barça controlaba sin problemas y el Manchester ni se acercaba, aun así todos los miembros del #cartowembley estábamos en un estado de nervios indescriptible. El partido no daba para estar nervioso, pero claro, influia el hecho de no habíamos hecho 1500 kilómetros para quedar segundos (no somos Wawanko). En ese estado de nervios, cada vez que alguien se levantaba desde nuestra mesa se empezaba a gritar una retahila de improperios e insultos cariñosos impropios de nuestra exquisita educación. Yo tomé la decisión de ver el partido de pie sobre el sillón haciendo malabarismos para no tapar a mis compatriotas de mesa. Marcó Pedro y nos invadió la locura colectiva, gritos, abrazos..., ¡casi lágrimas!. Al poco rato empata el Manchester, Lorena empieza a insistir en que me quite la camiseta gafe, yo, cabezón como soy, le dije que no, que ganariamos con esa camiseta. Llegó la media parte y Lorena y Miquel me insistieron con ayuda de alguna de las vascas pero persistí en dejármela puesta. Continuamos pidiéndo más y más cervezas, en la barra algún parroquiano culé me decía que lo veia muy mal, yo inyectaba dosis de optimismo a pesar de que no las tenia todas conmigo.
Comienza la segunda parte, el estado de nervios y sufrimiento es casi doloroso, marca Messi y volvemos a estallar, poco después marca Villa y un nuevo estallido (todos menos Oriol que estaba casi petrificado por el extasis de la situación). Recuerdo ir al lavabo, y hablar con el señor encargado del baño (que era el mismo que el del Sr. Lobo), un doble de Makelele aficionado del Chelsea, cosa que nos dio pie a un par de culés allí presentes, a comentar ese gran fichaje que habían hecho con Fernando Torres..., ¡haciendo amigos!. Si el estado de nerviosismo antes era afixiante ahora se tenia que multiplicar por diez, el final del partido se acercaba y un posible infarto también, luego viendo el partido friamente es algo que no se entiende, porque en ningún momento dio la impresión de que nos pudieran remontar, pero que le vamos a hacer, somos "patidores de mena". Acaba el partido y empieza la locura, gritos, cánticos, abrazos, Abidal recogiendo la copa..., las camareras empezaron a dispersarnos al grito de "a la puta calle" (to the fucking street), teniamos que salir que Harry Potter estaba al llegar.
¿En la calle?, más locura colectiva, en la esquina había unos inocentes japoneses gritando "Barça Barça", en cuanto los vi corrí hacía ellos para abrazarlos cosa que empezaron a hacer decenas de culés más, nos hicimos una foto colectiva ante la cara perpleja de los japoneses que no pasaban tanto miedo desde (censored joke).
Oriol inició el grito "Trafalgar Square es Canaletas", y hacía allí que nos dirigimos, antes entramos en una tienda de regalos en busca de un abridor para descorchar nuestra botella de vino de Iniesta. No había abridores pero cuando se lo preguntamos al señor nos dijo que nos la abría el. El tipo , demostró el amplio conocimiento que tiene el pueblo hindú en el noble arte de la apertura de botellas de vino, intentó abrirla colocando el abridor al reves..., Oriol tomo el mando, cogió el abridor, y descorchó la botella en décimas de segundo, nos fuimos y yo le dejé una libra de propina al señor a pesar de su negativa a que le pagáramos (está simple acción explica hasta que punto estaba yo borracho, ¡una libra!, ¡es gravissim!).
Llegamos a Trafalgar Square que, efectivamente, era Canaletes. Estaba llenos hasta arriba de barcelonistas cantando, gritando y celebrando (en este orden), Miquel, Oriol y yo, le ibamos dando al vino de Iniesta, un vino dulce, cabezón y calentorro, como yo. Oriol y yo intentamos salir en el informativo del 3/24 pero el cámara y el locutor (los dos guiris) huyeron. Nos hicimos una foto junto a la cuenta atrás para las olimpiadas de Londres, y cuando vimos que los bobbies (Robsons) empezaban a acordonar la zona empezamos a tocar retirada, nos despedimos de Jon y compañia (¡espero veros pronto por Barna!), y partimos en busca de la cena. Pasamos al lado de un efificio con el cartel "Texas London Embassy Cantina", que todavia no sabemos si era una embajada o un bareto. Oriol se había empeñado en comer un kebab y fuimos a uno donde había una camarera inglesa que hablaba catalán cosa que nos convenció para entrar y comernos el kebab más absolutamente asqueroso que jamás habíamos ingerido.
Con la panza llena iniciámos la busqueda de taxis. Con Oriol en una esquina, Miquel y Lorena en otra y yo en una tercera nos pusimos con la casi imposible tarea de encontrar un taxi en Londres de madrugada. Lorena y Miquel consiguieron parar a uno tipo furgoneta que dijo que no nos llevaba, hasta que le dijimos donde íbamos y aceptó. El tipo resultó ser bastante majo contra todo pronóstico, nos dejo en la puerta del hotel, no sin antes clavarnos varios millones de libras. Llegábamos al hotel, cansados, borrachos e inménsamente contentos, sin asumir todavia que habíamos pasado uno de los días más memorables de nuestra fucking vida.

Puro_Trap. London es un clam.

2 comentarios:

  1. Curiosamente, tanto con este capitulo como con el anterior, al leerlo ha sonado London Calling por Rock&Gol, aunque con lo largo que era este capitulo podría haber sonado perfectamente la discografía entera de The Clash...

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  2. Es la primera cronica de un viaje que es más larga que el propio viaje

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