martes, 10 de diciembre de 2013

Capítulo 399. "Donosti día 2: Vientooooooo"



Sonando: SARRI SARRI (Kortatu)


Según el movil, este Jueves, tocaba climatologia infernal, lluvia intensa y constante durante todo el día, cuando desperté y miré el movil decia que el día nos daria un par de horas de tregua..., a la hora de la verdad, la lluvia practicamente solo apareció durante esas supuestas horas de tregua.

 Como no era Miércoles (ni Martes) el plan era hacer el intento de subir al Monte Igueldo, o mejor dicho, subir al funicular que lleva a lo alto del Monte Igueldo. Salimos con la calma y nos fuimos a desayunar a una panaderia cercana, algo muy poco complicado en Donosti ya que cada 10 metros hay una panaderia y una farmacia. Nos tomamos un rato buscando un cajero de Bankia sin mucha suerte, no como pasa en Santa Coloma donde hay cajeros de Bankia a patadas..., aunque ninguno funcionando.Lo que si encontramos fue una tienda con el cartel "Friki", estaba cerrada con lo que nunca sabremos de que era (supongo que una panaderia o una farmacia)
Fuimos a esperar el 16 de nuevo a la Plaza Gipuzkoa. El bus tardo un poco más, hicimos el mismo trayecto del día anterior descubriendo que lo del autobusero kamikaze es bastante habitual por allí.
Esta vez el recinto del funicular si que estaba abierto, pero cuando entramos no habia nadie en las taquillas..., salió un señor de una habitación y dijo que fuésemos subiendo que ya nos cobrarian los tickets, unos turistas incautos preguntaron si el parque de atracciones estaba abierto a lo que el simpático operario respondio con una carcajada que "no lo abren ni en Verano". El funicular del Monte Igueldo se inaguró en 1912, es el más antiguo de Euskadi y el tercero de España, y sospechamos que el trasto en el que nos subimos es el que se instaló originalmente, que está muy bien, es muy bonito pero no estaria mal poner cristales en las ventanas y puertas que no se queden medio abiertas. Allí estábamos contemplando la via que subia con una pendiente casi vertical y con la incertidumbre de si pasaria el señor vagón por vagón a cobrarnos..., no fue así. El trasto arrancó y subimos al traqueteo lentamente por aquella via vertiginosa. Al llegar arriba estaba la taquilla para cobrar, lo que nos hizo preguntarnos que pasaria si no llevas dinero..., ¿te tiran montaña abajo?.

Las vistas desde el Monte Igueldo eran impresionantes, y el viento comenzaba a serlo también. Desde allí vimos porque era una buena idea mantener cerrado el Paseo Nuevo. Estuvimos paseando por las atracciones del parque, a pesar de que el operario del humor del funicular dijo que estaban cerradas yo me subí a los autos de choque y Maite, haciendo honor a su nuevo apodo de "Doñaosti", golpeo una de esas atracciones de golpear una plataforma y que suba un artefacto, luego a mi me mordió un delfín. Pudimos hacer un par de fotos panorámicas en condiciones mejoradas considerablemente con la presencia de Maite, también accedimos al clásico intercambio de fotos con otra pareja, esta vez sin robarles la cámara (basicamente porque la foto la hizo Maite, yo hubiera salido corriendo y me habría deslizado monte abajo por las vias del funicular). El viento empezaba a apretar y ya nos habiamos quedado solos en lo alto del monte, decidimos volver al funicular. Esta vez, la puerta del vagón en el que subimos no estaba rota, basicamente porque no estaba.
Volvimos a coger el 16 de vuelta, pillando al tercer conductor psicópata del viaje. Nos bajamos en la Catedral del Buen Pastor, dedicada a un ganadero que trataba bien a las ovejas y ordeñaba a las vacas pidiendo perdón por tocarles las tetas. La catedral tampoco la visitamos mucho, alguien deberia destapar ya la gran mentira de las catedrales, son todas iguales salvando alguna excepción puntual, en cada viaje visito unas cuantas y practicamente no las distingo..., ¡coño pintadlas diferentes o algo!. Eso si, me hice una foto haciendo el canelo (chuzo-clásico). Lo siguiente fue encontrar por fin un cajero y sacar pasta, cosa que Maite agradeció casi más que yo, e ir a comer, esta vez dimos un descanso a los pinchos en previsión de una nueva noche "pincheril".

Después de comer fuimos a la parte vieja, Maite hizo una parada en una tienda de artefactos para hacer pasteles y galletas, después fuimos a la plaza llena de paradas cerradas, buscábamos un sitio donde comprar queso Idiazabal y Maite buscaba un potingue extraño llamado "Cabracho". Poco a poco las paradas iban abriendo a nuestro paso, lo que nos libró de entrar al Lidl... . Compramos el queso a un señor muy majo que nos envió a una parada del fondo a buscar el Cabracho. En la parada cabrachera había una señora que basicamente estaba comprando un poco de todos y cada uno de los productos de la parada, preguntaba "¿esto que es?", "queso", "pues ponme medio gramo"..., después de cada producto se quedaba unos segundos mirando y volvia a señalar (normalmente a algo que estaba en la otra punta en la que estaba el tendero) otro nuevo producto. El señor nos miraba con cada de fastidio de vez en cuando, será por eso que cuando la señora decidió que ya no le quedaba nada por comprar en esa parada, el señor, no solo nos confirmó que tenia el cabracho sino que nos explico la historia de como había resurgido el plato (gracias al cocinero Arzak, hijo de Aratorn) y nos aconsejó no llevárnoslo en el momento ya que había que conservarlo fresco, o sea, que estuvimos como media hora para decidir que volveriamos al día siguiente... .

Dado que el día anterior, no habiamos tenido mucho éxito en la busqueda de pinchos en el barrio de Gros, decidimos adentrarnos en una expedición por la zona vieja. Allí vimos que cada dos pasos había un bar (como pasa en el resto de la ciudad con las panaderias y farmacias), también descubrimos por fin souvenirs de Donosti con lo que acabamos de rematar las compras de detalles y mierdas varias. Por recomendación del amigo Aitor Blanc nos pasamos por la calle Juan de Bilbao, una calle llena de bares y con pancartas que nos hicieron sospechar que igual no eran mucho del PP. También pasamos por la Plaza de la Constitución, una plaza rectangular donde las puertas de los pisos superiores de los edificios que la rodeaban estaban númeradas. Continuamos hasta llegar al puerto y decidimos caminar hasta el acuario, a medida que nos acercábamos el viento comenzaba a apretar con más fuerza cada vez. Asomarse al mar daba miedo, aun así subimos a la parte de arriba del acuario donde el espectáculo era apocalíptico, a mi me encantaba el espectáculo pero Maite igual no estaba del todo deacuerdo, bajamos de nuevo y decidimos volver al hotel a hacer un descanso pre-pintxo. Pasamos por el rio Urumea y el espectáculo era para verlo también, las olas entraban en el rio hasta el tercer puente, vamos que no era el mejor momento para darse un baño. Por suerte el viento soplaba en dirección al hotel o sea que llegamos bastante rápidamente.

El descanso fue bastante revitalizador. Salimos a la calle, donde el viento seguia soplando fuerte y había algo de lluvia, llevábamos paraguas pero dada la gran calidad de estos decidimos que para abrirlos y que saltaran en mil pedazos a causa del viento era mejor mojarse un poco. Hicimos parada técnica en un cajero y avanzamos a toda prisa, luchando contra el viento, hacía el primer bar de pinchos.
Dada la bonita climatologia no hubo mucha discusión sobre en cual bar meternos, el elegido fue el primero que vimos. En este bar cometimos un error, pero no fue del todo culpa nuestra porque, maldita sea, ¿quien coño les manda hacer unos pintxos con tan buena pinta?, total que lo que iba a ser una ruta por varios bares disminuyo de manera directamente proporcional al número de pintxos que comimos, vamos que no dejamos mucho hueco para el siguiente. El viento seguia pero la lluvia había remitido, con lo que pudimos pasear un rato, íbamos en busca de un segundo bar para poder decir que habíamos hecho una ruta (aunque solo fuera ruta de dos bares), nos pasamos por la calle Juan de Bilbao aunque que a aquella hora aun no tenia mucho ambiente y entramos a un bar que estaba justo al final a comernos los últimos pintxos (que no estaban ni mucho menos tan buenos como los del resto de la ruta) y me aproveché para hacerme alguna foto que digamos que supera lo políticamente incorrecto (y que jamás verá la luz).
Con el viento un poco más calmado volvimos al hotel, a coger fuerzas para nuestro último día donostiarra.

Puro_Trap. Contra viento y marea.

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